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Arenama

Los orígenes

Aunque con frecuencia se atribuye a la época de los egipcios, el origen del perfume se remonta más atrás aún, a la Edad de Piedra, cuando los hombres queman maderas aromáticas y resinas que desprenden un olor agradable para complacer con humo a sus divinidades.

Es esta forma aromática, a través del humo, quemando maderas o inciensos, “per fumum” en latín, la que dará lugar posteriormente al término “perfume”.

La siguiente pista que se conoce, dentro de su largo recorrido, se ubica en Grecia, donde la fragancia adquiere un valor sagrado. El perfume sale por Alejandría y llega al país heleno. En ese momento, en Grecia estaba implantada la cultura del culto al cuerpo y el mens sana in corpore sano, por lo tanto, este producto pasa a formar parte imprescindible de esta religión.

La lejana Arabia fue denominada por los viejos clásicos como “la tierra de los perfumes“. Y es que no era para menos, ya que tras atravesar el desierto, a las costas del mediterráneo continuamente llegaban grandes caravanas de camellos que transportaban esencias e inciensos. Existían múltiples rutas comerciales del perfume desde Oriente hasta Occidente.

 Los cada vez más numerosos y fuertes intercambios comerciales entre Occidente y Oriente, junto con los intercambios culturales por las Cruzadas, hicieron que la actitud y la sensibilidad respecto al aseo personal, el uso del baño y el perfumado del cuerpo se fueran arraigando poco a poco.

 Lo que hoy se conoce como Aromaterapia ya se practicaba en este país gracias a Hipócrates, el padre de la medicina. Las plantas aromáticas y los aceites esenciales eran utilizados por todas las personas que entrenaban su cuerpo y querían tonificarlo, pues confiaban en su valor medicinal más allá de sus características fragantes. Para los griegos, el perfume solo podía proceder de los dioses, pues además de sublimar la belleza, tenía propiedades curativas. A esta ubicación también se le asocia la creación de la primera frasquería; envases de cerámicas considerados auténticas joyas.

Los expertos en psicología opinan que el uso de estas ricas esencias aumenta la autoestima y favorece las relaciones sociales. Una persona se perfuma para encontrarse bien consigo mismo y también con los demás. Es un elemento relevante de la personalidad, de ahí la gran variedad de perfumes que se adapta a todo tipo de persona y a las diferentes emociones que busca transmitir: seguridad, sensualidad, empoderamiento… con una proyección mayor de lo que puede parecer a primera vista.

Agua de colonia

El 13 de julio de 1709, Johann Maria Farina (1685-1766), natural del norte de Italia, pero afincado en Colonia, fundó en la ciudad alemana una fábrica de perfumes y descubrió una nueva esencia a la que denominó Eau de Cologne -Agua de Colonia, de su traducción del francés-. Este nuevo descubrimiento tardó muy poco en ganar adeptos entre las celebridades del siglo XVIII y en hacerse con la categoría de artículo de lujo. Una mezcla peculiar que proporcionaba un olor fresco y ligero, que no tenía nada que ver con las esencias cargadas que se conocían hasta la fecha.

La nueva perfumería

En los últimos años, el perfume se vuelve objeto de deseo exclusivo y crece la tendencia de personificar fragancias, surgiendo la superposición de perfumes sencillos como modo de obtener un aroma exclusivo y se encuentra a los perfumistas a pie de calle. Con esta evolución a través del tiempo, podemos conocer la función que el perfume encaró en las diferentes épocas y, con ello, conocer la transformación de las sociedades que han habitado el planeta. Desde Mesopotamia hasta nuestros días, al igual que el mundo, este producto ha estado supeditado a religiones, creencias y periodos de retroceso y esplendor. Hoy, gracias a proyectos como Catadeperfumes, es posible elegir una fragancia a medida capaz de representarnos, pues su finalidad sigue siendo la de servirnos como carta de presentación al mundo. A fin de cuentas, en continente, nada tiene que ver con el humo oloroso de los rituales religiosos egipcios, pero, en contenido, no hemos cambiado tanto.

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